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lunes, 11 de junio de 2012

Wine and roses time, by Rajoy.

A la vista de los acontecimientos, el presidente dribla la realidad para aparecer ante la audiencia televisiva como un campeón de la gestión política y financiera:  sobrado como pocos, nos encasqueta el gran premio que España ha conseguido tras su no rescate, tras esa magnífica ocasión de  deber cien mil millones de Euros que nos costarán en torno a los dos mil doscientos euros por cabeza entre los  47 millones de ciudadanos. Siempre habrá quien la pueda pagar en condiciones más ventajosas que otros que no tienen con qué hacerlo, entre otras cosas porque el trabajo y la política gubernamental de empleo es nula; la única razón que esgrime el señor Rajoy, victorioso caudillo de la revolución del membrillo, por lo áspera, lo artificialmente edulcorada que está resultando y lo extremadamente larga que se prolonga en el tiempo antes de  cualquier resultado posible, es que mentir genera crédito.

La ciudadanía no se queja, como siempre: boquiabierta, declama en bares y corrillos sus chascarrillos jocosos y chispeantes de una realidad que no logra entender, siquiera interpretar. A pesar de tener la mayor cantidad de medios de comunicación de la historia las interpretaciones que se hacen de los acontecimientos son todo un universo paralelo entre vecino y vecino de esta tierra. Lo cierto es que comulgar con ruedas de molino se le ha dado muy bien a la sociedad española, de hecho no creo que otro país tenga un dicho tan bárbaro y despiadado como ése para referirse a los engaños constantes de unos ciudadanos a otros, de los políticos a los ciudadanos, de los ciudadanos a los políticos, de unos políticos a otros políticos y busquen ustedes durante varias horas sustitutivos de los dos axiomas y entenderán que en España estamos acostumbrados a  mentir impunemente, los ciudadanos estamos acostumbrados a creer a pies juntillas mentiras gloriosas que se desvanecen en el tiempo y que logran traspasar cualquier sentimiento de explicación pública  y/o judicial. Ver como el presidente del gobierno vende su triunfo, gran triunfo, a los ciudadanos es para muchos normal, muchísimos, para otros , digamos que en busca de cierta coherencia ideológica lo ven un asesinato a sangre fría del ya de por sí estado del bienestar.

Un pueblo merece lo que le pasa, cuando no tiene arrojos de entender que ser pueblo significa luchar por los demás y por lo colectivo, por ciertos ideales que unan y no separen, nuestros políticos están demasiado acostumbrados a manipular datos, situaciones y voluntades, con gran destreza por cierto, y qué decir de los medios de comunicación, excepto algunos pocos que han puesto realmente el dedo en la llaga, los "afinísimos" destacan su desvergüenza deontológica con afán propagandístico fascista, sí del fascismo más duro de los años treinta.  Ahí seguimos, algunos con el corazón partido de ver, a alguien que lo necesita, no poder ponerse un tratamiento para el dolor porque le cuesta 600 euros que no tiene, otros siguen martirizando a sus electores como si de un juego se tratase, con afán de darles en la cara por sus tretas y ponerse en contra de su voluntad, mientras entre presidencia,  marquesado  dietas y otros "viles chanchullos", según dicen los peor hablados no pasará "farta arguna", ni ella ni su asesora hermana, ni sus familiares consejeros de  Bankia.

A todas luces quedamos como memos o como héroes, según se tercie; en casa, es probable que ejerzamos de víctimas. Nada, a seguir en este bonito tiempo de vino y rosas .

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